Ibrahim al Jafari
Ibrahim al Jafari, el primer ministro de Irak, es considerado como un luchador a favor de los derechos de la mayoritaria comunidad chiíta, reprimida bajo el régimen de Saddam Hussein.
Al Jafari es un político hábil que cuenta con el respaldo del máximo ayatola Alí al Sistani -la figura religiosa más influyente en esa nación musulmana.
El 7 de abril del 2005, Al Jafari fue designado nuevo primer ministro de Irak por el presidente Jalal Talabani.
El nombramiento de Jafari, según precisó Talabani, se llevó a cabo según la Ley de Administración del Estado, promulgada en el 2003 por el entonces gobernador "de facto", el estadounidense Paul Bremer.
De hecho, la designación de primer ministro es la principal prerrogativa del consejo presidencial, ya que los poderes ejecutivos están en manos de primer ministro y la presidencia tiene básicamente un papel simbólico y de representación.
Jafari se convierte así en el primer jefe de gobierno electo democráticamente en la historia del Irak independiente.
El ahora primer ministro fue designado como candidato al cargo por la Alianza Unida Iraquí (AUI), que se convirtió en la mayor fuerza política de Irak al obtener 140 de los 275 escaños en la Asamblea Nacional (parlamento), en los comicios de enero del 2005.
La postulación del líder del Partido al Dawa (el más antiguo de Irak), a ese cargo había generado críticas por su postura conservadora y por manifestarse abiertamente a favor de mantener el Islam como la base legal del país,.
Jafari es uno de los pocos políticos chiítas que gozan de respeto entre la minoría musulmana sunita, y es impulsor de la ley islámica como base de la legislación iraquí.
Sin embargo, pese a su defensa del Islam, considera vital una reforma islámica y la modernización de las instituciones religiosas, al mismo tiempo que disfruta del prestigio de su anterior resistencia al régimen de Saddam Hussein. Su oposición a Hussein lo hizo sufrir una dura represión durante el régimen del ex dictador iraquí y lo llevó al exiliarse; pasó más de dos décadas fuera de Irak, en su mayor parte en Irán, donde encabezó la resistencia contra Hussein.
Al Jafari nació en 1947 en la ciudad santa chiíta de Kerbala, a unos 90 kilómetros al sur de Bagdad, en el seno de una familia de clase media acomodada.
Estudió medicina en la Universidad de Mosul.
Su carrera política inició cuando se afilió en 1966 al partido Ad Dawa, fundado nueve años antes por el ayatolá Mohamed Baqer al Sadr para defender los intereses de los clérigos en Nayaf. Hoy es uno de sus líderes.
Su reputación de hombre comedido, pero estricto, trabajador y decidido le permitió convertirse en el secretario general de la formación y en su portavoz durante la crítica década de los setenta, en la que se escribieron algunos de los capítulos más negros de la represión a los chiítas en Irak.
Huyó a Irán en 1979 y permaneció allí hasta 1990, donde organizó razias transfronterizas mientras estudiaba teología chiíta en Qom.
Es considerado líder de la facción proiraní de Ad Dawa con estrechos lazos con la teocracia iraní, aunque lo niega.
El levantamiento del Partido Ad Dawa comenzó a fines de la década de 1970 y en los 80’s el enfrentamiento entre Ad Dawa y Baath, partido de Saddam Hussein, alcanzó su clímax y tiñó de sangre Irak. El grupo dijo que perdió 77 mil miembros en su guerra contra el dictador iraquí, un sunnita.
Ad Dawa realizó varios atentados suicidas en Bagdad y hubo conjeturas de que Al Jafari estuvo mezclado en el intento de asesinato del emir de Kuwait, lo que ha negado hasta la fecha.
En 1990, Al Jafari dejó Irán y viajó a Inglaterra cuando el Partido Ad Dawa se escindió porque una de las facciones era partidaria de estrechar lazos con Irán y la otra se oponía a la influencia iraní. Allí coincidió con sus ahora rivales: el primer ministro saliente Iyad Allawi, y el controvertido banquero Ahmed Chalabi.
En abril de 2003, tras la entrada de las tropas estadounidenses en Bagdad y la consiguiente caída del régimen de Saddam Hussein, regresó a Irak.
Fue un miembro clave de la Alianza Unida Iraquí, principal coalición política chiíta que incluía al Partido Ad Dawa y el Consejo Supremo para la Revolución Islámica de Irak, la otra facción chiíta del país.
La coalición fue respaldada por el gran ayatola Alí al Sistani, el clérigo iraquí más influyente y hermano de su esposa.
Se convirtió en el primer presidente del Consejo de Gobierno Iraquí (CGI), órgano ejecutivo de 25 integrantes designado por la Autoridad de la Ocupación encabezada por Estados Unidos y que dirigió en su momento Paul Bremer, para gobernar el país como una administración interina en julio del 2003.
Fue el primero porque de acuerdo al alfabeto árabe su nombre era el primero de la lista de los nueve integrantes de la presidencia rotatoria mensual.
El primero de junio de 2004 fue elegido como uno de los dos vicepresidentes del nuevo gobierno iraquí.
En una ocasión dijo en una entrevista que las sospechas sobre sus lazos con Irán fueron "un error generalizado".
"Un iraquí sigue siendo un iraquí toda su vida, sin importar donde vaya", indicó.
Ibrahim al Jafari está a favor de combinar las tradiciones islámicas con la democracia occidental.
Al contrario que la mayoría de sus rivales políticos, Jafari apostó desde el principio por la moderación y fue una de las voces que defendió la necesidad de integrar a los "baathistas" en el nuevo sistema.
Criticó la desmembración del Ejército y subrayó que "el nuevo régimen debe tratar con los miembros del antiguo porque son parte del pueblo iraquí".
Asimismo, llegó a respaldar al clérigo radical iraquí Moqtada al Sadr durante una de sus insurrecciones armadas contra la presencia militar de Estados Unidos, y criticó a la Casa Blanca por su forma de actuar frente al religioso.
Al igual que Al Sadr, cree en la necesidad de una salida a corto plazo de las tropas norteamericanas de Bagdad, opinión que le ha granjeado la hostilidad estadounidense, pese a su cariz de moderado.
Además, aboga por una cooperación estrecha con los países vecinos a Irak porque en su opinión "comparten amenazas que requieren de esta política, en particular con Irán", el enemigo más enconado de Washington.
Se decía que el Gobierno de Jafari era "sectario", y por lo tanto incapaz de crear las condiciones para una reconciliación con los iraquíes que no eran chiítas. Después de la victoria de Dawa y sus aliados en las elecciones del 15 de diciembre del 2005, se pensaba que Jafari podría ser reelecto a pesar de todas las críticas a su gestión; y más aún cuando Jafari ganó el 12 de febrero del 2006 la elección interna dentro de la Alianza Iraquí Unida (coalición de partidos chiítas) para escoger al candidato a Primer Ministro, aunque su victoria sobre Adel Abdel Mahdi (el otro pre-candidato) fuera por un sólo voto (64 votos para Jafari y 63 para Mahdi en la elección celebrada dentro del grupo parlamentario de la Alianza).
Pero la oposición a su reelección creció; también los kurdos empezaron a oponerse a ella y muchos chiítas de la Alianza Iraquí Unida se rebelaron y exigían su renuncia. Ahora se acusaba a Irán de entrometerse en los asuntos internos de Irak para imponer a Jafari; este hecho así como que Jafari recibiera el apoyo decidido del líder radical chiíta anti-norteamericano Muqtada Al Sard (que amenazaba con desatar una guerra civil sí Jafari no era reelecto) pusieron a los Estados Unidos en su contra.
Finalmente, la imposibilidad de que fuera reelecto por el Parlamento obligó a Jafari a renunciar a su candidatura; y el 22 de abril del 2006 otro Primer Ministro fue elegido para reemplazarlo (Nuri Al Maliki, un dirigente de Dawa muy cercano a Jafari). A pesar de haber perdido el poder, Ibrahim Al Jafari sigue siendo influyente en su condición de líder de Dawa.
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